“Milonga pa´ recordarte, milonga sentimental, otros se quejan llorando, yo canto pa´ no llorar” Milonga sentimental – Francisco Canaro (Aunque la versión que más disfruto, es la de Julio Iglesias)

El rival histórico, herido por dos golpes emocionales en menos de un mes, con la interna entre jugadores y directivos totalmente podrida, una hinchada que se los quiere comer en pedacitos… Qué mejor contexto para ponerle la tapa en el ataúd en el que se metieron hace un mes en el Campín, y se sepultaron hace 8 días en la cancha de Racing,¿Verdad?.

Era el momento para consolidar el proceso, para que aquél del que hace un año no se tuviera mayor referencia en el fútbol profesional, demostrase la chapa que se debe poseer para dirigir un equipo grande. Era el instante propicio para resarcirnos de una deuda histórica; y es que para un equipo que ufana grandeza, ser el único de ese Olimpo que nunca ha estado ni cerca de disputar un título de copa, es un lastre de esos que mancillan la historia y la reputación de una institución, y que el hecho de verla como un torneo de segundo orden, con el desdén que ello conlleva, nos obliga a quedarnos en el molde, mientras otros la levantan y se la llevan a sus vitrinas.

Estaba todo dado, todo servido en bandeja, pero, y como Suele suceder en el último tiempo, nos entregamos sin ninguna oposición, incluso, desde la primera pelota en la ida disputada en el Pascual Guerrero. Nunca tuvimos argumentos, nunca tuvimos la ardentía de enfrentar un clásico con la fiereza que lo demanda, La grandeza y la jerarquía se nos refundieron en tres balones; fuimos unas hermanitas descalzas viendo cómo esa deleznable camiseta verde y blanca se floreaba a Costa de los nuestros, Tanto en el olímpico como en el Atanasio.

Y es aquí donde los dardos apuntan para todo lado, pero en primera medida, le caen a Lucas González. Sí, es un entrenador con mucho conocimiento, con alta escuela, pero que entre la soberbia propia de quien hace alarde de sus saberes, y la poca noción de las implicaciones que tiene sentarse en un banquillo del peso que tiene América de Cali, lo llevan a enredarse en su propio discurso, e incluso, buscar la responsabilidades en los aficionados, tanto en los que han creído en él, como de los que no, pero que están inconformes con el rendimiento, las formas, y sobre todo, un estilo que no encuentra cabida entre sus futbolistas, y que termina a maniatado y desmoronado con un par de movimientos básicos de los estrategas rivales.

 

Pero aquí las culpas no son inherentes únicamente al entrenador; preocupa ver la actitud – porque sabemos qué aptitud tienen- de algunos futbolistas. Es increíble ver retrocesos cancinos, trotando la cancha con la mayor displicencia mientras el 26 de ellos se lleva campante la pelota. Da piedra y grima ver cómo se quedan pidiendo un fuera de lugar inexistente mientras el contrario va camino del arco de Soto,  y sobre todo, saca mucho de quicio ver que los que supuestamente deben tener el talento para dominar el juego, ayer se vieron absolutamente maniatados. Más aún cuando en la semana se habló de una ruptura en el grupo, qué raudos y veloces salieron a aclarar que no era cierta, pero que en la cancha, deja un halo de sospecha.

Y y tampoco se puede dejar afuera a los que en los últimos tres años han pasado de agache en los fracasos deportivos de América de Cali; la famosa «secretaría técnica» solo una figura como un organismo de papel, que es ciega ante lo que el mundo futbolístico puede ver de este equipo, que es sorda ante lo que el plantel y la afición solicitan, y sobre todo, que es terca, porque se mantiene ahí, indemne, inamovible, cuando desde hace mucho tiempo se sabe que no funciona, y que varios de sus miembros hace rato deberían dar un paso al costado.

La eliminación de anoche no es más que el cóctel de todo lo que se ha hecho mal, desde lo técnico, lo táctico, lo futbolístico, y lo dirigencial; es otro capítulo más a esta novela que se ha fraguado durante los últimos tres años, que sigue viviendo de las rentas del bicampeonato, pero que por mucho que lo hayamos romantizado, la camiseta de América, su historia, su prestigio, y de manera superlativa, su hinchada, merece algo más que ver a sus contendientes levantando títulos, y paseándonos cada vez que se les canta, tanto en sus reductos , como en el otrora Fortín del Pascual. Personalmente, estoy cansado de ser burla de Azules y verdes, pero más cansado estoy, de que quienes tienen que hacer respetar el escudo de América de Cali, no tengan más argumento que la milonga, la retórica, y la exculpación.

Nada de eso quita mis sentimientos como aficionado, soy y seré americano independientemente de los nombres que porten su camiseta, lo fui en la época más maldita del club y dije Exactamente lo mismo, pero eso no me quita el saber y defender que la responsabilidad histórica, está en pelear títulos, en conseguir cosas importantes, en estar presentes en el escenario internacional, y no en estar pendientes de cuál va a ser la Milonga que nos van a enrrostrar a la hora de la rueda de prensa.

Cualquier sugerencia, queja, o lo que quieran manifestarme, pueden hacerla a través de mi  cuenta de Twitter @UnMequetrefeMas; nos leemos en una próxima oportunidad en este “Rincón del Turco”. Un abrazo para todos.