En días como este, el amanecer se siente distinto. La cabeza está más tranquila, el ánimo mucho más a tope, y la sensación de incertidumbre que nos había dejado este equipo en Envigado, se disipó totalmente, pasándole por arriba al rival de ¿Ciudad? ¿Plaza?…En fin, yo ya ni sé qué son. Ganar un clásico tiene ese condimento, devuelve a los aires de tranquilidad, le quita presión al hincha y al plantel, y sobre todo, hace que algunos que estaban muy vociferantes en las horas previas frente a los micrófonos de la radio caleña, tengan que, hoy, a eso del mediodía, no tengan mejor idea de apagar sus celulares, o por lo menos de ponerlo en modo avión, porque el resultado, y el trámite del partido, los hace acallar absolutamente.

Y es que, si hablamos del trámite, América fue infinitamente superior a los vecinos; si viene el equipo arrancó con dudas, que incluso lo llevaron a sufrir dos opciones claras del contrario frente al arco de Soto en las primeras de cambio, el equipo corrigió esos errores. Niveló la carga en la mitad de la cancha, empujó a sus extremos y a su referente de área, Gustavo Adrián Ramos, a someter al contrincante a una presión alta, asfixiante, a sabiendas de que en el primer cuarto de cancha, sus Defensores no son precisamente el mejor ejemplo de ductilidad y talento en la salida del balón.

Ahí emerge la figura del capitán, del ídolo, del jugador de Villa Rica que a principios de 2008 lo que hicimos levantar a puteadas por aquel penal frente a Boyacá Chicó, que luego salió campeón, que se aguantó las malas. También, que regresó, que ganó un título, y que cada vez que ve esa camiseta verde y blanca los tiene de encargo. Adrián Ramos no solo convirtió un doblete ayer; el capitán se comió la cancha, corrió como ese muchacho de aquella final, tuvo la sapiencia que lo llevó a jugar en el fútbol de Alemania, y el apetito voraz de un referente que sabe lo que pesa y representa la camiseta de América de Cali, y que en partidos como este, con errores y con aciertos, nunca ha ahorrado esfuerzo para representar la franela americana. ¿El premio para él? Los dos goles, el reconocimiento de una tribuna que lo lleva siempre en su corazón, y el hecho de estar a puertas de marcar historia, porque está solo tres anotaciones de ser el máximo goleador en la historia del Clásico Vallecaucano.

Pero no solo Ramos fue vital; el partido de Sarmiento fue brillante, el de Barrios, fulgurante, Luis Alejandro Paz nos recordó al Mariscal que fue bastión para obtener un bicampeonato, Portilla entregó con eficiencia y elegancia la pelota, Mina fue aplicado, el muchacho Escobar, a sabiendas de que reemplazaba uno de los pilares del equipo, y que el comienzo del partido le pesó un poco, terminó con gallardía, prestancia y seguridad la labor que le fue encomendada; el partido de John García fue imperial, ganando todo lo que se le pasaba a Sandoval y Gutiérrez, e incluso, Andrade, el tan criticado Andrade, se fajó tal vez, el mejor partido que se le haya podido ver en todo su ciclo como futbolista perteneciente al América.

Cuando hubo que trabajar, para darle corrección al trámite del partido, se hizo. Cuando se tuvo la oportunidad de pasarles la aplanadora por encima, también se hizo, e incluso se pudieron llevar un par más, y cuando el contrincante bajó los brazos, américa lo manejó con buen trato de balón para diversión de sus 35,000 asistentes al Pascual Guerrero. Así se gana un clásico, o bueno, en realidad dos, porque en los dos últimos se demostró autoridad, sangre en el ojo, y buen fútbol. En menos de 4 meses se llevaron ocho de su rival odiado, y eso se disfruta aún más, porque les duele, porque le zurda más la herida que se está abriendo para el año entrante, y porque desde este lado de la vera, se siente que algo de lo que tanto dijeron, de lo que tanto se mofaron, y de lo que desde la soberbia creyeron que nunca iban a experimentar, lo están viviendo en carne propia, y hasta ahora es el principio.

A nosotros no nos queda más que disfrutar lo que deja ganar un derbi, pero con la conciencia de que aún queda mucho por hacer. Este equipo tiene fútbol, tiene repertorio, y en intérpretes que lo pueden hacer notar, y tal parece, que al banquillo técnico está llegando algo de la sapiencia y la tranquilidad para acceder ante el ego, y corresponder a un deseo mancomunado. Hoy el amanecer es distinto, muy distinto al de hace unas tres semanas, y todos juntos, despojados de preceptos y deseos de tener la razón, por encima del éxito de la institución, podremos remar al final para el mismo lado.

¡Por ahora, un té para tres, para relajarse, para disfrutar, y t3ngan ust3d3es una 3xc3el3nt3 s3mana!

Cualquier sugerencia, queja, o lo que quieran manifestarme, pueden hacerla a través de mi  cuenta de Twitter @UnMequetrefeMas; nos leemos en una próxima oportunidad en este “Rincón del Turco”. Un abrazo para todos.